13/01/2016
Por ÓSCAR PINTOS
Bamberg |
¿Y en Navidad? Pues durante la época navideña, espolvoreamos algo de nieve con especias y olor a canela, un poco de vino caliente y esa cálida bienvenida del espíritu navideño de sus gentes, lejos del comercial al que los grandes almacenes españoles nos tienen acostumbrados. Así es Baviera en Navidad.
Mapa de Baviera |
Claro, y todo eso por poco dinero, ¿no? Bueno, hay opciones para todos los gustos y para casi todos los bolsillos. A mí me encanta viajar, mucho más de lo que la gente pueda imaginar, por lo que mi principal objetivo es visitar el mayor número de lugares y disfrutar de sus diferentes atracciones turísticas, pero es obvio que no puedo renunciar a tres necesidades básicas: cómo llegar, dónde dormir, y qué comer.
El tema de la comida y el alojamiento nunca resultó problemático para mí en lugares con amplias redes de transporte (cómodas estaciones, aeropuertos, noches en buses y trenes, …) y multitud de supermercados más baratos –al contrario de lo que mucha gente cree– que en España. El principal problema viene a la hora de pensar en cómo llegar, problema que aumenta según lo haga la distancia del destino al que quiero ir, volviéndose en la mayoría de los casos, por razones obvias de tiempo, casi obligatorio recurrir al avión como medio principal de transporte.
En este caso, desde Mallorca, Menorca, Ibiza, Valencia, Alicante, Murcia y Málaga tenemos auténticos chollos desde 14.99€ con Ryanair a Nüremberg ó Memmingen. Desde Santiago, Barcelona o Madrid, podemos alcanzar fácilmente Múnich por poco más de 30€ con Vueling, Germanwings o Lufthansa son otras opciones más cómodas, pero también más caras (mayor tiempo de antelación a la hora de comprar el billete), a tener en cuenta.
Los Alpes |
Un poco de ropa de abrigo a la mochila, y ya tenéis todo listo para vuestro viaje a la Baviera Alemana. Ahora queda saber qué ver y como moveros entre los distintos puntos de interés turístico, condicionados obviamente por el tiempo y dinero del que dispongáis así como de vuestros propios intereses y gustos. Lo bueno de la Baviera, como ya hemos dicho, es que cuenta con reclamos para todos los gustos, para todas las edades, para todos los paladares, para todas las ideologías, …
Yo hice campamento base en Múnich, la capital bávara, a la que le dedicaría más días; desde aquí resulta muy fácil moverse a cualquier punto de interés turístico de la región dentro o fuera del estado federado, así como a cualquier parte de Alemania y Austria. Para moverme, he vuelto a optar por los billetes regionales o Länder-Ticket que ofrece la página oficial de los ferrocarriles alemanes, una web muy cuidada, sencilla é intuitiva donde consultar todos los horarios, y ¡en español! Estos billetes permiten llegar a cualquier rincón del estado federado elegido en trenes regionales, buses, tranvías, metros, ferrys, … desde las 09:00 hasta las 03:00 del día siguiente por solo 23€. Planificando bien el itinerario, da para mucho.
Eso fue lo que hice en España: una planificación casi perfecta de unos días antes de Múnich y otros días después; sólo dejé algo de tiempo libre para la improvisación, ese otro elemento imprescindible en mis viajes. Durante el vuelo, repasaba mis notas, y nada más aterrizar, puse rumbo a mi primer destino, Augsburgo; en mi agenda, no tenía mucho subrayado para visitar: tan solo la Iglesia de St. Anna, la Casa Weber (antiguo gremio de comerciantes), la Plaza del Ayuntamiento (atravesando el modesto mercadillo navideño), y la Casa de Mozart, donde nació Leopold Mozart, padre del genio que todos conocemos.
Sin entretenerme mucho, y amortizando el Billete Regional para la Baviera, puse rumbo a Nüremberg; ésta ya me llevaría algo más de tiempo. Nada más salir de la estación, y atravesando puertas y restos de murallas, caminé hasta la impresionante Iglesia de San Lorenzo, que tardaría más de 200 años en construirse; obviamente, por el camino, me fui topando con otras iglesias más pequeñas y llamativos edificios.
Dejando atrás la Iglesia de San Lorenzo, pero caminando en la misma dirección, llegaría al Puente del Verdugo, que debe su nombre a la torre contigua, donde residiría el verdugo en la Edad Media; sin duda, un rincón encantador donde me resultó bastante difícil contenerme a la hora de hacer tantas fotos; mirara a donde mirara, todo me parecía precioso: almacenes de vino, islotes, caserones de película, etc., pero había un horario que seguir, y el frío no me permitía quedarme parado por mucho más tiempo.
Así que, otra vez en marcha, pero el tremendo mercadillo de Navidad -el más antiguo de Alemania- de Hauptmarkt, me hace volverme a detener y echar mano de la cámara; entre los tejadillos de los puestecitos, descubro la Iglesia de Nuestra Señora y la Fuente Hermosa (si pasas por allí, no te olvides de tocar su aro dorado mientras formulas un deseo). Quizás sea un buen momento para probar unas salchichas o degustar un vino caliente con ensalada de patatas; el olor a canela inunda la plaza y los alrededores, tanto que hasta bien pasados el Ayuntamiento y la Catedral de St. Sebaldus no huelo a otra cosa.
Cambio de sentidos, y ahora es el turno de la vista, a quien le toca gozar con el majestuoso Castillo Imperial (Kaiserburg), uno de los más importantes del Sacro Imperio Romano. Tras unas cuantas fotos en Tiergärtnertor emprende mi regreso por la Calle de los Curtidores (Weißgerbergasse); atravieso Maxbrücke, Ehekarussell, y sigo hasta la Calle de los Derechos Humanos junto al Nationalmuseum: veintisiete pilares con inscripciones abreviadas de los Artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos recuerdan el porqué del nombre de esta avenida peatonal.
Para finalizar mi visita, continué Fürther Straße hasta el final; allí se encuentra el Dokumentationszentrum Reichsparteitagsgelände und Memorium Nürnberger Prozesse (donde se celebraron los famosos Juicios de Núremberg, en los que se juzgaron a las máximas autoridades nazis tras la Guerra).
Aunque yo he elegido realizar un recorrido exprés, por no tratarse de mi objetivo principal, Núremberg es una ciudad que mucho tiene que ofrecer al visitante, invitando a éste a quedarse dos o tres días para explorar sus rincones más a fondo. Dados los trasbordos necesarios para alcanzar mi próximo destino, Rothenburg ob der Tauber, se me presentaban infinidad de opciones, pueblos, museos, fábricas de cerveza, coches ó vidrio en los que detenerme camino a Rothenburg.
Al final, me decanté por Bamberg; hay que andar alrededor de quince minutos hasta el río que marca el inicio del casco histórico; al cruzarlo, nos toparemos con la Iglesia de San Gangolf, algunos puentecillos y edificios singulares, la Iglesia de St. Martin, Maximiliansplatz, y por fin el edificio del Antiguo Ayuntamiento (como el obispo no concedía terrenos a los burgueses para la construcción de su ayuntamiento, crearon una islita en medio del río); la foto típica -impresa en todas las postales- se hace desde el puente Geyerswörthsteg; tras veinte minutos maravillado y haciendo fotos desde todos los ángulos, continué hasta la Catedral, y con algunas fotos en el puente Löwenbrücke, daría por finalizada mi visita.
Rothenburg |
El Ayuntamiento, estrechos callejones, arcos centenarios, museos, y un sinfín de cuidados escaparates nos dan la bienvenida. El olor a canela está más presente que nunca, envolviendo suavemente las “bolas de nieve” que se venden en cada pastelería, restaurante o kiosco. Abundan también las jugueterías, pero los precios expuestos en sus escaparates así como el ir y venir de coches de alta gamas, nos dan una idea del nivel de vida de la ciudad.
Pese a no poder permitirme comprar nada, era casi una obligación entrar a una juguetería Käthe Wohlfahrt; si vas con niños, ó simplemente te encanta esta época del año, no dejes de visitar, además, su Museo de la Navidad; impresionante. También el Museo de la Ciudad Imperial, la Iglesia de San Jacobo, Museo de Muñecas, Museo del Crimen, Bastión del Hospital, todas las puertas, murallas y miradores, y cuando pienses que ya lo has visto todo, maravíllate al hacerte la típica foto en la Plaza Plönlein con la Torre de Sieber; si sí, tendrás la sensación de haber estado allí, pero no; simplemente habrás visto cientos de veces esa estampa en guías, postales, recuerdos y libros de la Baviera.
¿Qué? ¿Volvemos a Múnich? La verdad es que iba sin prisa, con hotel reservado y prepagado, y dadas las pocas horas de luz que hay en esta época, no me preocupaban en absoluto las visitas y largos paseos nocturnos … así que, decidí parar en Ulm, sólo para disfrutar de la mal llamada Catedral; resulta impresionante ver su torre iluminada en un frío atardecer cuyo principal protagonista era la niebla que se fundía con el humo de los constantes petardos que, niños y no tan niños lanzaban para anunciar la pronta llegada del 2016.
Ingolstadt |
Siete grados bajo cero, y sólo cuarenta y ocho minutos de tenue calefacción en el tren hasta Múnich para entrar en calor; menos mal que el café estaba hirviendo...
Hola!
ResponderEliminarPedazo de artículo que habéis escrito. ¡Nos encanta!
¿Podemos lincarlo desde nuestro Facebook o Twitter?
¿Tenéis vosotros redes sociales?
Un saludo
Gracias, el mérito es del autor, nosotros sólo lo reproducimos. Y por supuesto que podéis lincarlo, para eso está.
ResponderEliminarTenemos pendiente de activar una cuenta en Twitter, en cuanto esté os la pasamos y, por supuesto, os seguiremos.
Muchas gracias de nuevo por comentar y un saludo a TuMenúEnLasTablas.