Alicia G.
Palmira, una de mis más mejores amigas de aquellos tiempos en que todavía se usaba esa expresión, se ha dejado caer hoy por el barrio y hemos quedado a tomar algo, aunque al final nos lo hemos tomado todo. Me han dado las tantas y he vuelto medio bolinga, con los zapatitos en la mano e intentando deslizarme sin hacer ruido al entrar en casa, como cuando era adolescente.
Pero es que Palmira lo merece. Un mujerón de esos que no encuentras en las rebajas. Me he hartado a rogarle que deje de fumar, pero argumenta que fumar le permite no caer en depravaciones mayores como ir al gimnasio, bajarse una app cuentapasos, tirar de herbolario o cosas peores. Sigue dándole al Kent, como hace treinta años, y ni una tos la jodía.
Me ha contado que la han despedido del trabajo y han dado malas referencias de ella para que no vuelva a encontrar empleo. Tenía un buen puesto de Product Manager, o como se diga, en una empresa de celulosa de Pontevedra y le iba de maravilla. Hasta que, por lucirse, introdujo en la cadena de montaje de los rollos de papel de cocina una línea de corte intermedia, que permitía al consumidor usar la mitad de cantidad en lugar de esos trozos de papel tamaño Daily Telegraph edición matutina al que nos tienen acostumbrados.
Todo muy eco, muy friendly, pero a la calle por lista. Al principio la empresa vendía más, pero luego la competencia copió la estrategia y todos empezaron a vender la mitad, pues los rollos le duraban el doble a los cocinitas. Hubo una reunión en las alturas y se puso coto a aquel escándalo devolviendo la línea de corte a su sitio y mandando a mi amiga a sellar el paro.
Palmira no se lo ha tomado demasiado mal, no ha matado a nadie de la empresa ni se ha metido en juicios. Con la indemnización y algunos ahorrillos está montando una tienda online de productos de artesanía de Soria y de venta de arena coloreada para mandalas tibetanos. Te irá bien, le digo, mientras ella escudriña su vaso vacío como si se lo hubiera bebido otra.
Eso sí, ahora fuma el doble y eso que los cigarrillos Kent siguen siendo del mismo tamaño. /
©AliciaG