Jaime S. Cedro
Si hay alguien que puede sacar de quicio a partes iguales y al mismo tiempo a Pablo Iglesias, Jiménez Losantos, Feijoó, Santiago Abascal o Pedro Sánchez, ese es Alvise. No sólo les indigna sino que les pone de acuerdo, algo impensable en casi cualquier tema y que hay que reconocer tiene su mérito.
Hablamos de Alvise Pérez, ese "advenedizo" político surgido de las redes sociales que con su Agrupación de Electores "Se Acabó La Fiesta" (SALF) ha venido a poner patas arriba las previsiones de voto en las Elecciones al Parlamento Europeo del próximo domingo 9 de junio.
Sin un minuto de televisión y vetado en prensa, a día de hoy el CIS le atribuye una expectativa de voto del 4,2%, en cuarta posición después de PP, PSOE y VOX, al nivel del partido de la Vicepresidenta Yolanda y por encima de clásicos como el PODEMOS de Irene Montero o la cohorte de lobbies del secesionismo vasco y catalán. A los que, por cierto, dejaría fuera del Europarlamento si esta especie de tsunami no se desinfla. Y, más que desinflarse, no para de crecer.
Al margen del descalabro que pueda suponer para algunos su presencia en los pasillos del poder, los sociólogos están de enhorabuena porque no se veía algo así en España desde hace mucho tiempo. Algunas perlas: tras los problemas burocráticos para presentarse como partido, la Junta Electoral Central aceptó su candidatura como Agrupación de Electores si presentaba 15.000 avales. Presentó 150.000 en tres días. Ante la duda de si sus papeletas estarían finalmente disponibles en las mesas electorales, imprimió y legalizó dos millones y las entrega personalmente por las principales ciudades españolas. También pidió voluntarios en sus redes para actuar de apoderados en los Colegios Electorales y en 24 horas disponía de 3.000. Va camino de 900.000 seguidores en Instagram y medio millón en Telegram, su red estrella con un chat que semeja Babilonia, entre alvisers, trolls, bots y todo tipo de aprovechados que entran a sacar tajada de incautos.
A día de hoy este nuevo Robin Hood no presenta programa electoral, innecesario según su opinión. No se le puede negar sinceridad: afirma que utilizará el aforamiento de su escaño para blindarse ante posibles ataques por sus denuncias anticorrupción y que exigirá a Francia y Alemania renegociar los términos de la pertenencia de España a la UE. Y, para escarnio de amantes del dinero público, asegura que si consigue ser eurodiputado renunciará a su sueldo de varios millones de euros en cuatro años y lo rifará entre sus seguidores.
Al poder los influencers le dan miedo, y Alvise acojona. Veremos en qué acaba todo esto, pero Se Acabó La Fiesta parece que viene para quedarse. /
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