Alicia G.
Yo no sé si se da cuenta, pero es que se escucha todo.
Pared con pared le tengo al degenerado este. Al principio, cuando se mudó hace unos meses, parecía el típico vecino buenorro y reservado que acaba de salir de alguna relación tempestuosa y anda hundido y medio tocado. Carne de cañón para las lobas, vaya. Y encima está forrado, el mejor coche y la mejor moto de la urbanización duermen en sus plazas de garaje. No me extraña que la mitad de las vecinas del bloque le hagan ojitos, algunas incluso con sus maridos delante. Cuánta necesidad, por Dios.
Lo que yo sé y ellas no es que el vecinito nuevo tan mono, el de las camisas Ralph Lauren y los zapatitos Alden, el de la barba siempre de dos días que ya es difícil, el de los ojitos profundos y acorderados viene con sorpresa. No sé cuánto le habrá costado, pero me consta que tiene en casa escondida una novia robótica o cyborg o como se llame y la usa de partner sexual. Lo que se oye de madrugada desde mi dormitorio no tiene nombre y si lo tiene no quiero saberlo, pero a las dos de la mañana esos jadeos metálicos e inhumanos dan como mínimo un poco de yuyu.
El otro día la vi, a la robot. Pasé con la compra bajo su ventana y allí estaba, asomada. Casi se me para el corazón cuando va la tía y me mira. Al día siguiente la volví a ver, pero ya no era rubia de ojos azules, era pelirroja y los ojos no lo sé porque llevaba puestas gafas de sol. He investigado un poco y es que al parecer puedes modificar su aspecto, cambiarle la voz, hacer que un día sea educada e inteligente y al día siguiente una lerda deslenguada, y muchas cosas más. Cambias cuatro algoritmos y chimpún. Y encima cocina hasta bacalao al pil pil con recetas de estrella Michelín.
Cuando estaba cotilleando sin querer el historial de búsquedas en internet de mi marido ha aparecido de la nada mi hijo el negacionista, le he contado la historia y con toda la naturalidad del mundo me ha dicho que él también está ahorrando para comprarse otra igual, que las mujeres de siempre estamos abocadas a la extinción, que en breve no seremos necesarias y que toda la culpa será nuestra. Le hubiera castigado, pero es que a este le da igual.
Mira, yo ya no sé que pensar. Cuando era joven fantaseaba con tener relaciones con Brad Pitt, ahora la gente lo que quiere es un affaire con Balay. Al menos en el historial de búsquedas de mi marido, que afortunadamente es un arcaico, sólo aparecen páginas de guarrillas del montón. /
©AliciaG
