Malos tiempos para la infancia en España, donde desde hace unos años se pretende exponer a los más pequeños en primera línea de batallas ideológicas de adultos. Y este mes está siendo de traca.
Tras el indulto parcial a Juana Rivas (un indulto que nunca está de más recordar se presentó parcial y no total porque carece de informe judicial favorable), el magistrado que tiene que resolver su salida de la cárcel lo deniega y recuerda en el Auto que uno de sus hijos, de 3 años y bajo custodia de la madre, fue objeto de presuntos abusos sexuales nunca resueltos y cuyo expediente se cerró bajo expresa solicitud de su progenitora. Unos aseguran que todo es mentira y el juez un fascista, otros sospechan y otros, los que más saben, callan.
Otro niño, éste en Canet del Mar, a sus cinco años se encuentra con que tiene que soportar sobre sus espaldas el peso de cuarenta años de desencuentros entre sus paisanos a cuenta del castellano en las aulas. Unos quieren apedrear su casa con él dentro y otros llevarle en procesión como a la Macarena. La cosa sin duda no irá a mayores, el nuevo Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, ya ha afirmado que cuando disponga de todos los detalles se pronunciará. Todos tranquilos.
Especialmente sangrante resulta el tema de las 16 menores tuteladas prostituidas en Baleares, donde PSOE, MÉS y PODEMOS mueven Roma con Santiago para que nadie conozca los entresijos de lo que bajo responsabilidad de las instituciones públicas de la isla ha sucedido en los últimos años. Ante la inacción del Gobierno Balear, la Unión Europea aprueba una comisión para investigar el asunto y la portavoz de los socialistas en la Eurocámara intenta su anulación. Muy didáctico todo.
De insulto a la inteligencia colectiva puede considerarse la Huelga de Juguetes promovida por el ministro Garzón desde ese ministerio al que nadie conoce una utilidad práctica más allá de los beneficiarios de sus nóminas. El interés por los menores de este ministro viene de atrás, no hace tanto impulsaba una normativa para eliminar del horario infantil la publicidad en televisión de galletas, zumos y bollería varia. Grandes, enormes problemas, sin duda. De reforzar las leyes de lucha contra las redes de pederastia y pornografía infantil que operan en España y de las que sólo nos enteramos cuando nos avisan desde EEUU, ya si eso hablamos otro día.
Y por último, la vacunación a menores de entre 5 y 11 años. Un tema desagradable del que sólo quedan dos posturas legales, la oficial o no opinar. Y yo, mientras aún me asista ese derecho, me acojo a la segunda. /
©JaimeCedro
